sábado, 30 de julio de 2011

Azúcar negro y poder real

Receta: Hoy no habrá receta. El azúcar, socia ineludible, viene manchada con sangre.

Política: No nos mata el bagazo. No nos mata el humo. Lo que nos contamina, nos hiere, nos desaparece, nos reprime y nos mata es el enorme poder de los Blaquier. Su dinero que llama al dinero, el miedo de sus cómplices, el terror que produjo la noche del apagón, la desaparición del médico que se les paró de manos y sembró esperanzas en tierras de resignación, su voracidad, sus obsesiones de niño bien pero sobre todo, sobre cualquier otra razón, su impunidad es la que nos mata.

En su casa de San Isidro, de nombre criollo y patrón (La Torcaza -pájaro al que le dedicó un pésimo poema, por favor buscarlo en internet-) invita a otros poderosos menos poderosos que él a escuchar las arias de su esposa y celebrar su jardín y su fortuna.

Ha escrito decenas de libros. Su estilo es berreta, anticuado y previsible. Su poema es un compendio de obviedades y rimas fáciles. Insisto con este punto porque si algun día estas líneas caen en sus manos, esto es lo único que lo amargará profundamente.