viernes, 11 de septiembre de 2015

Volver a los 17 (diría Violeta)


Por la juventud que no pudimos compartir.
Por aquello que no se puede relatar, solo vivir. 
Por esa experiencia única de internarse en la espesura con el clan familiar, la tía Lena preparó, detalle por detalle, un domingo en los bosques de Volinia.
Cargamos en el "vis" un acordeón, botellas de vino y vodka casero, una orgullosa sandía, carne lista para ser asada, pepinos, tomates, pan. 
Allá fuimos, con el tío Eugenio, los jóvenes de la familia. Por un domingo, un único domingo, tuve 17 años en Volinia.

Ucrania, agosto de 2015.


Receta para Pablo Kociubinski


Un pasaje. 
Ocho huevos recogidos por Natasha. 
Una taza de azúcar. 
Leche recién ordeñada. 
Un billete de un dólar recibido en una carta de 1950. Un pincel de plumas para pintar los nalisnikes con manteca. Uno por uno.
Tiempo. Tiempo detenido. Tiempo repetido. 
Dos tazas de mañana bien temprano. 
Una tía, sus disgustos y sus indicaciones. 
Un fuego lento, lentísimo, que derrita la manteca, el dólar, la mañana.
Servir con vodka, sin atenuantes.

Ucrania, agosto de 2015.






La vuelta al día en 80 mundos (diría Cortázar)

La mañana y su silencio de pájaros. El mediodía con sus gritos de feria. La tarde y su abanico de tareas. Las voces como ecos. La noche y una mesa conocida.
En un barrio platense de los 60, en la navidad optimista del 74, en la noche de los 80, en un barrio pobre del gran Buenos Aires. En una sobreabundante Italia. En una aldea eslava de trenzas y mujeres viejas.
La misma ronda, siempre. El ecuador cruzando cada meridiano.
Mujeres ordenando las vituallas.
Hijas soñando vivir sin argumento.
Siempre un amor y una muerte.
Un chico cayéndose de una bicicleta o un caballo.
Un hombre escondiendo su ternura.
Una seduccion.
Un aroma y una fruta.
Un secreto.
Una deuda impaga.
Una carcajada.
Siempre.









Ucrania, agosto de 2015.