domingo, 29 de mayo de 2011

Salsas agridulces y tiempos ídem. Lo que internet no puede suplantar.

Receta: Salsa agridulce espesada con fécula. Yo creo que internet tiene todas las respuestas, lo importante es saber buscar. Cuando se trata de recetas, es cuestión de elegir la que está más cerca de nuestras frutas y condimentos, la que se parece a nuestras posibilidades y bolsillos, la que se hace con ingredientes que tiene, en mi caso, el almacén de Checo.

Para hacer salsa agridulce, encontré lo que buscaba. Lo único extravagante, al menos para mí, era que había que espesarla con fécula de maíz. Cuánto hacía que no veía esa caja amarilla, que no tocaba esa harina suave, mínima, que usábamos con los bebés cuando todavía no nos había invadido un capitalismo de perfumes y talcos para cada ocasión. Checo la vende desde siempre, así que todo bien.

Mientras la echaba a la salsa, le comento a mamá la hazaña. Cuidado, me dijo, si no diluís antes la harina o la maizena en agua, se hacen grumos. No importa, contesté, orgullosa internauta, los desarmo luego. No vas a poder, me respondió.

Y allí estaban. Los grumos, digo, sólidos y estridentes. Mamá me enseñó a colarlos y empezar de nuevo. Me enseñó, además, que la harina de trigo también sirve. Internet no.


Política: tiempos ambivalentes. Un fragor de mujeres que se agrupan, que discuten, que salen de sus días domésticos con carteles, con pancartas, y descubren que las ganas estaban allí, intactas.  Una maraña de jóvenes que piden datos de la historia, de todo lo que no vivieron pero que su ADN intuye. Buscan un relato que hable de esta pasión que sienten. Allí están, con sus ganas de transformar el mundo recién estrenadas.

Mientras tanto, las alianzas y las listas se arman con habilidades que se fraguan con los años. Un gigantesco juego de truco. Chicanas, presiones, negociaciones, alianzas, acuerdos, susurros, silencios, veladas amenazas también forman parte de la política. No es que uno reniege, pero esta salsa también es, definitivamente, agridulce.

Habrá que acostumbrar el paladar, jugar el juego, aprenderlo. No sirven los sermones ampulosos, basados en morales binarias. Todos los ingredientes forman parte de la acción política. De cómo combinarlos en la medida exacta -y que no se hagan grumos- los portales de internet no dicen una palabra.

1 comentario:

  1. Con la comidas agridulces me pasa que, con la mezcla, lo agrio siempre permanece agrio y lo dulce pierde bastante de su dulzura original, nunca al revés.

    Pero como igual, aunque protesto un poco.

    ¿Muy metafórico el post?

    Abrazo

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