sábado, 30 de julio de 2011

Azúcar negro y poder real

Receta: Hoy no habrá receta. El azúcar, socia ineludible, viene manchada con sangre.

Política: No nos mata el bagazo. No nos mata el humo. Lo que nos contamina, nos hiere, nos desaparece, nos reprime y nos mata es el enorme poder de los Blaquier. Su dinero que llama al dinero, el miedo de sus cómplices, el terror que produjo la noche del apagón, la desaparición del médico que se les paró de manos y sembró esperanzas en tierras de resignación, su voracidad, sus obsesiones de niño bien pero sobre todo, sobre cualquier otra razón, su impunidad es la que nos mata.

En su casa de San Isidro, de nombre criollo y patrón (La Torcaza -pájaro al que le dedicó un pésimo poema, por favor buscarlo en internet-) invita a otros poderosos menos poderosos que él a escuchar las arias de su esposa y celebrar su jardín y su fortuna.

Ha escrito decenas de libros. Su estilo es berreta, anticuado y previsible. Su poema es un compendio de obviedades y rimas fáciles. Insisto con este punto porque si algun día estas líneas caen en sus manos, esto es lo único que lo amargará profundamente.

domingo, 29 de mayo de 2011

Salsas agridulces y tiempos ídem. Lo que internet no puede suplantar.

Receta: Salsa agridulce espesada con fécula. Yo creo que internet tiene todas las respuestas, lo importante es saber buscar. Cuando se trata de recetas, es cuestión de elegir la que está más cerca de nuestras frutas y condimentos, la que se parece a nuestras posibilidades y bolsillos, la que se hace con ingredientes que tiene, en mi caso, el almacén de Checo.

Para hacer salsa agridulce, encontré lo que buscaba. Lo único extravagante, al menos para mí, era que había que espesarla con fécula de maíz. Cuánto hacía que no veía esa caja amarilla, que no tocaba esa harina suave, mínima, que usábamos con los bebés cuando todavía no nos había invadido un capitalismo de perfumes y talcos para cada ocasión. Checo la vende desde siempre, así que todo bien.

Mientras la echaba a la salsa, le comento a mamá la hazaña. Cuidado, me dijo, si no diluís antes la harina o la maizena en agua, se hacen grumos. No importa, contesté, orgullosa internauta, los desarmo luego. No vas a poder, me respondió.

Y allí estaban. Los grumos, digo, sólidos y estridentes. Mamá me enseñó a colarlos y empezar de nuevo. Me enseñó, además, que la harina de trigo también sirve. Internet no.


Política: tiempos ambivalentes. Un fragor de mujeres que se agrupan, que discuten, que salen de sus días domésticos con carteles, con pancartas, y descubren que las ganas estaban allí, intactas.  Una maraña de jóvenes que piden datos de la historia, de todo lo que no vivieron pero que su ADN intuye. Buscan un relato que hable de esta pasión que sienten. Allí están, con sus ganas de transformar el mundo recién estrenadas.

Mientras tanto, las alianzas y las listas se arman con habilidades que se fraguan con los años. Un gigantesco juego de truco. Chicanas, presiones, negociaciones, alianzas, acuerdos, susurros, silencios, veladas amenazas también forman parte de la política. No es que uno reniege, pero esta salsa también es, definitivamente, agridulce.

Habrá que acostumbrar el paladar, jugar el juego, aprenderlo. No sirven los sermones ampulosos, basados en morales binarias. Todos los ingredientes forman parte de la acción política. De cómo combinarlos en la medida exacta -y que no se hagan grumos- los portales de internet no dicen una palabra.

martes, 10 de mayo de 2011

Arroz con leche y complicidad con Cristina

Receta: arroz con leche en el punto justo.
El arroz , en lo posible , tiene que ser gallo caja roja, que sirve para recetas cremosas. Una taza en dos litros de leche. Fuego lento. Azúcar a gusto. Canela. Cuatro adolescentes recién llegados de jugar al fútbol, comiéndolo de la olla. Milagros, Bruno, Juan Pablo y Martina, con dulce de leche y cucharas grandes, reclamando lo suyo. Una pelea por las últimas porciones. Me invade una satisfacción de matrona vieja. Por un instante la cocina es una fiesta.

Cómplices de Cristina
Todo se pude discutir cuando nos juntamos a la hora de la cena. De hecho, estamos bastante a disgusto con asuntos de la política cercana. Pero hay algo que está allí, en las palabras sueltas, en los comentarios al pasar, en el aire: Cristina no se discute. Además, no es la presidenta Fernández, no es Cristina Kirchner, no es la señora presidente. Es Cristina, a la vuelta de la esquina.

Alguien que conocemos cobra la asignación universal, alguien tiene una netbook que le dieron en el colegio, alguien baila en una murga, alguno consiguió laburo, Pupi es camionero y se está levantando la casa, la vida es difícil pero no imposible.

Ella está detrás de todo eso. Las próximas elecciones tienen su nombre.

viernes, 25 de marzo de 2011

Receta de domingo y disquiciones sobre el asunto de elegir

Receta para un domingo al anochecer: Milagros haciendo los deberes. Virutas de lápiz amarillo sobre la mesa. Vapor de cacerola en los vidrios de la ventana. Una música lejana. Un tren que pasa. El guardapolvo sobe el respaldo de una silla.  Ruido a platos, una sonrisa al mirarnos, una certeza de lunes rondándonos.


Política: el asunto es cómo elegir fuera del paraíso. Porque elegimos entre mujeres y hombres terrenales,  defectuosos, a los que les pedimos una perfección imposible. Digámoslo de una vez: todos tendrán cosas que no serán de nuestro agrado. Como pasa con los amigos, con las parejas, elegimos y somos elegidos buscando lo sublime, pero accedemos a lo que anhelamos de vez en cuando. También hay que decirlo: por esas chispas de cielo, elegir vale la pena.

Salvo, claro, que nos dejemos abrumar por los mensajes que resaltan el conflicto, las rupturas, las bajezas, las bravatas. En ese caso, elegir y ser elegido será un asunto reservado a los dioses, lo que derivará en una larga, predecible y confortable letanía. La queja por lo que no nos ofrecen los candidatos, la disconformidad con lo que son o hacen, nos convierte en dioses desterrados. La autocompasión por no poder elegir es un muy confortable lugar.

domingo, 13 de marzo de 2011

Papas al horno doraditas y festival de elecciones

Receta: Papas al horno crocantes y doradas. Mi mamá mantuvo el secreto por años. Se lo descubrí el otro día. Cuando yo hacía papas al horno, ponía aceite en la asadera, y la papa sólo se doraba en la parte que apoyaba sobre la fuente ¿Cómo era que a mi mamá le salían COMPLETAMENTE DORADAS, sin darlas vuelta?

Nunca lo dijo, la muy zorra. Antes de ponerlas en la fuente, las unta en aceite (las pone en un bol, tira un chorrito, las mezcla con las manos). Ahora lo sé, y es hora de pasar la posta a la siguiente generación. Me dan tantas ganas de no contarlo...

Festival de elecciones para todos los gustos. Esto no sirve, lo que vale es el bipartidismo. En los países prolijos, hay alternancia entre dos partidos. La ciencia política lo ha estudiado sesudamente, lo recomienda. Pero acá no hay caso. Acá estallan los libros. En este sur, nos gusta elegir y ser elegidos con colectoras, con dos candidatos, con tres, con cinco, con ocho, con partidos provinciales, con partidos nuevos, con alianzas, con arreglos, con fugas y regresos. Con bizarría, panfletos, discusiones, denuncias, cantos, marchas, canchas. Un gigantesco partido de futbol, peleado y desprolijo, una opera inmensa, un carnaval de corazones al viento. Al resultado, la ciencia lo llama populismo.  Pero en esa definición hay gato encerrado, porque la política es este juego, lo otro es simulación.

sábado, 12 de marzo de 2011

Mayonesa con arroz y políticas de Estado

Soy nueva en esto de los blogs. Vieja escribiente. Supongo que aquellos cuadernos y estas pantallas son casi lo mismo, aunque hayan pasado ¿treinta años?

Receta: Mayonesa con arroz. Somos familia numerosa, y de buen comer,  la hora de la mesa es nuestra hora en común y evaluamos con mucha exigencia lo que llega a los platos. Si pasamos la prueba, Martina lo dice: Está rico. Entonces el cocinero de turno respira aliviado. Hoy nos deleitamos con un arroz con mayonesa, mucha mayonesa, y matambre al horno con cebollas, humedecido en caldo. La mayonesa, en casa, es algo así como una obligación. Se come mayonesa con algo. Esa sutil invasión a cualquier plato la iniciaron, hace unos años, los adolescentes. Los siguieron los más chicos. Resultó imparable. Puede faltar el pan, las servilletas, algunos comensales. pero la mayonesa no. La veo hasta en la sopa, literalmente. Si, como fue el caso de hoy, la brevedad de la carne se completa con arroz, mejor que haya mayonesa. El cocinero se asegura el resultado y espera sin mayores sobresaltos las palabras de Martina.

Política: No estoy de acuerdo con las políticas de Estado. Qué placer decirlo. Pecar al sol. Ir a contramano en la autopista por la que viajan los bien pensantes, que me tienen harta con las políticas de Estado. POLÍTICASDESTADO, dicen ellos, en la tele, en la academia, en las reuniones, en los bares, y todo lo que digas será una boludez, porque ellos dijeron politicasdestado. Por supuesto que Noruega, y Japón, y Alemania, tienen políticasdestado. Ultimamente Brasil, Chile y Uruguay también alcanzaron el estándar. Nosotros no, claro. Acafaltanpoliticasdestado. Cuando hoy le explicaban al periodista de TN que se quedara tranquilo, que nuestros reactores nucleares son estatales, que los trabajadores lograron que no se privatizaran, que son seguros, que no están en zona sismica, que lo de Japón habla de cierta imprudencia primermundista, el periodista prefirió cortar la comunicación. Si allá los reactores estallan entonces acá tiene que ocurrir algo mucho peor, porque allá hay politicasdestado y acá no. Inventa, desea, relata un mundo de certezas imperiales. Hasta que llega un tsunami que revela la fuerza de la naturaleza y los sinsentidos del capitalismo. El periodista no se dará por aludido, seguirá insistiendo con las políticasdestado. Los pueblos, mientras tanto, aprenderemos de este dolor.