sábado, 14 de julio de 2018

PROYECTO PARAISO

Quiero un paraíso sin infiernos
pero con alguna quebradura.

Con ramas cargadas de fruta hasta romperse
a las que haya que oponer sostenes.
Que pueda revivir quien exagere.

Quiero un cielo de pesados nubarrones
un paisaje que no despierte elogios.
Quiero leer los libros que la astucia
siga robando a los saldos de Corrientes.

Que se seque la flor en los jarrones
/así es más imponente la hermosura/
Dudar sin temor ni obligaciones
del dios que me retiene y me perdura.

Quiero estirar la mano y encontrar
la frazada que me cubra
/que la distancia a la tibieza/
/sea sólo la de un brazo/

Sufrir con ganas y sin explicaciones
los amores de Andreíta por la tele.
Que esa sea la única medida
de todo lo que duela: una fisura, una grieta, una hendidura.
El otro dolor sí, será la tierra.

Un pibe insultando por teléfono
apellidos robados a las guías.

Un salado maní y un vino de primera
para todos los borrachos que acompañen
la fiesta eterna.

Saltar sin temor a los andenes
desde trenes que irán a las ciudades.
Eso sí: sin arrancar carteras
porque habrá en cada bolsillo
un fajo de billetes infinito inacabable.
Un salto porque sí. A salvo de fracturas.
El riesgo será sólo un rasguño.

Hacer amores de cualquier manera
sin edades en las que no se pueda.

Será la fiesta de todos los vencidos.
Será aquello que fue y no lo pudimos.
El diablo meterá su cola y dios simulará no haberlo visto.

Espiar todas y cada cerradura.
Dormir sin relojes y sin culpa.
Todo esto, con vos, yo lo edenizo.

Y si no es así como yo digo
y si para equivocarse no hay permiso
y si ni siquiera entonces elegimos
habrá que inaugurar un paraíso.

City Bell, 1993.

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